sábado, 24 de septiembre de 2011

Lesslie.

Y para continuar con nuestra recién abierta sección contamos con una historia de nuestra amada Kelly, ¡disfrútenla!
Lesslie

Ahí estaba yo, esperando tal como me había pedido Evan, estaba nerviosa, hacía mucho tiempo que no nos veíamos y me estaban aflorando recuerdos tan hermosos que no parecían reales. Me había pedido que lo esperara en el parque que se encontraba al lado del Louvre, me parecía un poco raro, ya que el odiaba el tumulto de gente y ese era el peor lugar que podría haber elegido para no ser visto.
Mientras esperaba me di cuenta de como podían cambiar las cosas en tan poco tiempo, hace 8 meses no podía ni oír su nombre, y si le recordaba me ponía a llorar durante horas hasta que se me secaban las lágrimas. Era tan inocente el amor hacia él, consumía mi vida de una forma tan letal que no me dejaba ver que necesitaba un paracaídas por si me caía, y me caí. Mi vida se rompió en pedazos pero no tuvo que venir él a recomponerme, me recompuse dibujando los bonitos recuerdos que tenía de la relación y gracias a mi familia, que si supiesen donde me encuentro y porqué en este momento, en menos de dos segundos aparecerían para sacarme de aquí en volandas. Pero aquí estoy, sin paracaídas, porque no espero de él nada más que amistad, pero con deseos de saber que hizo que dos personas que tardaron cinco años en decirse lo que sentían, estuviesen juntos tan solo un año. Pero faltaba poco para descubrir el por qué.
No sé porqué, pero lo noté, estaba detrás de mí y puede ser desde hacía tiempo. Lo sabía porque siempre que se encontraba cerca de mí, sentía como se erizaba mi nuca, y no me equivocaba.
- Evan?- Lo dije casi como un susurro, mientras me giraba para mirarle.
- Como sabias...?
Noté su voz áspera, cortante, tal vez dolida, pero eso no fue lo que me impactó, fue su aspecto, ese no parecía Evan. Llevaba un traje que no parecía valer menos de 1.000 euros, y su pelo, estaba peinado? Parecía estar viendo un modelo de un anuncio de Armani, y no al Evan despeinado y desenfadado del que me había enamorado hacía 6 años.
Miré al suelo, siempre lo hacía cuando estaba nerviosa o tenía miedo, me estaba empezando a arrepentir de no haberme traído un paracaídas.
- Sigues mirando al suelo?
Me preguntó eso mientras me levantaba la barbilla para poder ver mejor mi cara, pero no le di tiempo, me giré y le contesté, con sorna.
-No, es para poder ver de cerca esos zapatos que llevas, son de Armani?
Se echó a reír y eso me reconfortó, era la risa que recordaba, pura y enérgica.
Me giré otra vez para mirarle de cerca, para contemplarle. Sus ojos seguían siendo de un color marrón verdoso, me estaba derritiendo con solo mirarle y sabía que no iba a aguantar allí sin besarle o echarme a llorar, había vuelto la inocente y tonta Leslie.
-En que piensas?
Me estaba empezando a cansar de sus preguntas. Desde que estábamos allí solo me preguntaba cosas y me observaba, y aunque yo me moría porque me volviese a tocar, en mi cabeza me empezaba a rondar ese demonio malo que me hacía recordar que el Evan que tenía delante de mí, era el mismo que me había dejado tirada un día de noviembre sin darme ninguna explicación.
- Estaba pensando en cómo cambian las cosas, sabes Evan? Nunca hubiese pensado que después de cómo me dejaste pudiese tenerte delante de mí sin abofetearte, pero lo he hecho, no te he abofeteado, ni tengo ganas de hacerlo, solo quiero saber el por qué de tu citación. Qué te trae a verme?
Se ruborizó, creo que era la segunda vez que le veía hacerlo, la primera vez fue el día que nos besamos por primera vez, pero ahora, que le ruborizaba?
- Evan? Qué te pasa?- la verdad es que no sabía si el rubor se debía a la vergüenza o a un enfado, ya que me miraba de una forma rara.
- No quise hacerte daño, tenía que irme y sabia que si me despedía de ti no iba a poder irme porque tu...
-Porque yo qué? Acaso era tu madre? Si tenias que irte me iba a doler, pero te dejaría marchar si era lo mejor para ti. Entiendes? Tú para mí no eras un capricho Evan, te quería, te quería más que a mi vida, y tú la rompiste en pedazos.
- Less... escúchame yo, yo, también, pero tú nunca entenderías lo que yo sentía, no puedes entender...
- Entiendo perfectamente lo que ocurrió solo tengo que ver cómo vas vestido para entenderlo, aceptaste la oferta que te presentó tu madre, vivir en Nueva york con gastos pagados y vida de rey, dejar París, la clase media, a tu padre mecánico, y a la tonta y friki de tu novia.
Me estaban saliendo las lágrimas, lo había dicho tan rápido y con tanto rencor que me costaba respirar. Él lo notó, se acercó a mí, quiso abrazarme pero no pudo. Su abrazo y su silencio me lo habrían confirmado todo, me dejo porque el sucio y asqueroso dinero significaba más para él que los sentimientos que yo creía que él y yo compartíamos. Así que corrí, me eché a correr lo más rápido que pude. Notaba como él me seguía y como los peatones me miraban como si me faltara algún tornillo, pero eso me daba igual quería salir de allí y no volverlo a ver en mi vida. Por suerte había un taxi en la esquina de la carretera contigua, corrí hacia allí, subí sin mirar atrás y desoyendo los gritos que profería Evan, rápidamente le pedí al taxista que me llevara al Moulin Rouge, ya que allí se encontraba mi casa y el lugar donde me sentiría a salvo para no pensar más en él .

Mientras que Lesslie se alejaba dejando atrás lo que ella más amaba, alguien gritaba su nombre creyendo que así la haría volver, pero las cosas no vuelven porque tu las desees, vuelven cuando tu luchas por ellas.
- Less!!!
Evan estaba luchando contra su interior y contra su cabeza, sabía que ella seguía viviendo en el mismo lugar, podía ir allí, encontrarla, pedirle perdón, explicarle lo sucedido y que no la había olvidado. Pero él no estaba allí por eso, no había venido para volver a vivir su historia de amor, tenía algo más importante entre manos, algo que ni en sus peores sueños hubiese imaginado tener que vivir. Él estaba allí para despedirse, no para reencontrarse.
Llamó a un taxi, y le pidió al conductor que le llevara al Moulin Rouge. Tenía que despedirse, pero antes de irse le debía algo ha Lesslie y se lo iba a dar.
Lesslie estaba llorando, al estar viviendo sola en el departamento, se permitía llorar horas y horas ya que nadie le vendría a preguntar nada, así que había decidido pasarse el día como una mártir pensando en lo decepcionada que estaba y en lo idiota que había sido al no llevarse un paracaídas o un chaleco antibalas.
Oyó el timbre de la puerta. Se acercó dubitativa, Evan se acordaría de su casa y estaría tras la puerta? No podía ser, sabría que nunca le abriría la puerta a menos que se pensase que con lo que había sucedido estaría en son de paz.
Miró por la mirilla, pero no vio a nadie.
- Se que eres tú, será mejor que te marches, no quiero verte.- dijo entre gemidos Lesslie.
Al esperar un minuto y no escuchar contestación se puso nerviosa y se enfadó a un más. Era tan cobarde que se había ido sin más, sin plantar cara? pensaba Less mientras se acercaba otra vez a la mirilla para percatarse de que no había nadie.
Abrió la puerta del departamento un poco nerviosa, algo la inquietaba a parte de el enfado con Evan , presentía que algo no iba bien, alomejor por su histeria.
Al abrir la puerta, algo la hizo mirar al frente, había un dibujo. Era un círculo rojo que en su interior aguardaba un nombre: Abdul. Se quedó congelada, algún desaprensivo había subido a su escalera para escribir allí el nombre de su hermano fallecido hacía 4 años.
Se mareó, cayó al suelo y ahí se quedó, mirando el nombre de su hermano. Permaneció así durante bastante tiempo, hasta que una vecina, al salir de su casa, se asustó al verla y mediante un gran esfuerzo, la cogió de un brazo y la llevo hasta el sillón más cercano que encontró. Después, cerró la puerta principal y corriendo se acerco a Lesslie.
- Hija que te ocurre?- preguntó con un acento que denotaba que era extranjera.
Pero no recibió respuesta, Lesslie estaba en shock, y a no ser que la anciana tuviera poderes no iba a poder hacer nada por ella.
Al no obtener respuesta, asustada por lo que la pudiese pasar cogió el móvil de Lesslie, que se encontraba encima del sillón donde hacía poco había estado llorando, y buscando el número de algún familiar en la agenda , encontró uno que ponía “Mi vida”.
Llamó pensando que se trataría de alguien a quien Lesslie querría ver, pero se equivocó, estaba llamando a la persona que aunque Lesslie necesitaba, le iba a trastornar la vida.
Cuando terminó de explicar lo sucedido, se acercó a Lesslie.
- He hablado con tu amigo, me ha dicho que te suelen dar esos ataques a menudo y que no llame a la ambulancia, ni a la policía. Por la pintada, dice que estará aquí en segundos, que espere hasta que venga, que no abra a nadie que no diga que se llama “Mi vida”. Espero que no te importe, me sentiría muy mal si te dejase aquí sola sin nadie.
Siguió sin obtener respuesta, pero esta vez no la esperaba, se había acostumbrado a hablar sola, y como tenía que esperar, se puso a contar cosas sobre Inglaterra y sobre lo bonito que era París en verano. Cuando quiso empezar a hablar de sus nietos, oyó el timbre de la puerta, se acercó a paso lento y preguntó quién era, a lo que alguien respondió con voz áspera…
- Soy “Mi vida”, señora Richards.
La mujer con una sonrisa abrió la puerta y mirando a Lesslie dijo:
- No ha hablado en todo el rato que he estado con ella, los jóvenes de ahora me asustáis, y esa pintada… la encontré acuclillada mirándola absorta, pobre criatura.
A lo que Evan respondió tranquila señora Richards, yo me encargaré. Si necesito alguna ayuda llamaré a sus padres, váyase tranquila, muchas gracias.
La señora, no muy segura, se marchó mirando a Lesslie y preguntándose que significaría Abdul para ella.
Evan cerró la puerta intranquilo, estaba nervioso, pero no por Lesslie, sabía lo que le ocurría, estaba nervioso por él, no sabía si podía aguantar verla de esa manera.
Se acercó a ella, despacio, cauteloso, la encontró allí en el sillón, petrificada. Si no fuera por la lágrima que se veía caer desde el ojo a la mejilla parecería una estatua.
- Less .- dijo acariciándole la cara.
Ella no contestó, siguió inerte. Evan se puso más nervioso, pensó que con el tacto de sus dedos ella haría lo mismo que paso en el Louvre, pero no fue así, se asustó, este shock la había dejado insensible?
Entonces hizo lo que desde que había llegado allí deseaba hacer. Se agachó para ponerse a la misma altura que ella, cogió con una mano la mejilla izquierda, y la besó.